Grietas de Amor: Cuando Dios Redime Nuestras Heridas

“El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido.”
— Salmo 34:18
Cuando solo vemos las grietas
Durante el proceso de sanidad que Dios realiza en nosotros, suele pasar algo muy humano: solo vemos las grietas.
Esas grietas internas, invisibles a los ojos de otros, nos gritan recuerdos de frustraciones, temores, heridas, errores y carencias.
Y muchas veces, cuando aún no le hemos dado lugar al Señor para obrar profundamente, eso es lo que terminamos reflejando al mundo.
Es fácil actuar desde esas grietas. Es fácil hablar desde el dolor. Y sin darnos cuenta, terminamos contaminando lo que hacemos y a quienes amamos.
Detrás de la conducta… hay dolor
Cuando veas a alguien actuar con hostilidad, con dureza o frialdad, recuerda esto:
Puede que no estés viendo maldad, sino dolor sin sanar.
Las personas no nacen llenas de miedo o amargura. Son las heridas no tratadas las que muchas veces modelan sus reacciones.
Y tú puedes ser puente de sanidad, no de juicio. Puedes ser canal de gracia.
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad…”
— 2 Corintios 12:9
Las grietas no desaparecen… se redimen
Cuando el Espíritu Santo comienza a sanar nuestras grietas, no siempre las borra.
Pero sí las transforma.
Ya no hablan de ruina.
Ahora testifican de restauración.
La marca queda, pero cambia su propósito:
Ya no es una señal de derrota, sino de victoria.
Ya no es una excusa para retraernos, sino una herramienta para testificar.
Una marca que ahora es testimonio
Personalmente, llevo una marca en mi pecho tras una cirugía importante.
Muchas personas preferirían ocultarla…
Pero yo la llevo con gratitud.
No como trofeo, sino como señal viva del amor de Dios, de su intervención cuando todo parecía perdido.
Cada vez que alguien me pregunta por ella, no pierdo la oportunidad de hablar del Dios que redime y restaura.
“Entonces tus heridas sanarán con rapidez, tu justicia te abrirá el camino, y la gloria del Señor te seguirá.”
— Isaías 58:8
¿Qué parte de ti diste por perdida?
“Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.”
— Romanos 5:20
Una oración sincera
Señor, a veces solo veo mis grietas. Me cuesta mirar más allá de mis heridas, y me encierro en mi dolor. Pero hoy quiero entregártelo todo. No quiero esconder lo que Tú puedes usar. Redime mis marcas, Señor. Que lo que antes me avergonzaba, ahora se convierta en testimonio de Tu poder. Sana mis grietas, y haz de ellas grietas de amor.
En el nombre de Jesús,
Amén.
