Un Nombre Nuevo

Un Encuentro que Transforma Realidades
“Y llegó a un cierto lugar… y soñó: y he aquí una escalera… los ángeles de Dios subían y descendían… y he aquí, Jehová estaba en lo alto… ‘He aquí, yo estoy contigo… no te dejaré…’”
— Génesis 28:11-16
Jacob se quedó solo. Y es en esa soledad, en medio del silencio y la incertidumbre, donde muchas veces Dios decide encontrarnos. No siempre aparece en los altares llenos de gloria o en los momentos de victoria. A veces, lo hace en la oscuridad de nuestra lucha interna, cuando estamos frente a nosotros mismos y no hay escapatoria. Jacob luchó con un varón, una manifestación divina, y esa lucha lo transformó para siempre.
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
— Hebreos 4:16
Transformación que duele
Durante esa lucha, Dios tocó el encaje de su muslo. No fue una herida cualquiera. Fue un toque de quiebre. Jacob quedó marcado, no solo en el cuerpo, sino en el alma. Dios le mostró que debía dejar de depender de su astucia, de su fuerza, de su viejo yo. Esa marca física representaba el inicio de una nueva etapa: una vida rendida completamente al plan de Dios.
“Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.”
— Hebreos 12:6
A veces, el dolor no es castigo, sino redirección. Es Dios diciendo: “Esto no te va a destruir, te va a transformar”.
Una nueva identidad
“¿Cuál es tu nombre?” preguntó Dios. Y con esa pregunta, lo llevó a confrontarse consigo mismo. Jacob tuvo que decir en voz alta lo que representaba su nombre: “suplantador”. En ese momento, al reconocer su identidad, recibió una nueva. “No te llamarás más Jacob, sino Israel”, porque ya no serías conocido por lo que fuiste, sino por lo que Dios ve en ti.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
— 2 Corintios 5:17
Esa es la promesa: todo lo viejo queda atrás y hay una creación divina que nace dentro de ti
Dios no te llama por tu pasado
Quizás otros aún te vean con ojos del pasado. Te recuerden por tus errores, tus caídas, tus decisiones equivocadas. Pero cuando Dios te da un nuevo nombre, eso queda atrás. Él no te define por tu historial, sino por lo que ha determinado sobre tu vida desde la eternidad.
“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.”
— Isaías 43:25
“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué.”
— Jeremías 1:5
No importa qué etiqueta te haya puesto el mundo. Si Dios te ha llamado hijo(a), perdonado(a), victorioso(a), fuerte, valiente… eso es lo que eres
Una promesa vigente
Lo que sucedió con Jacob es más que una historia antigua. Es una promesa para ti. Tal vez estés en medio de tu lucha, con dolores que no entiendes y heridas que aún sangran. Pero si no te sueltas de Dios, si peleas como Jacob hasta el final, Él cambiará tu nombre.
“Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo.”
— Apocalipsis 2:17
No te quedes en lo que eras. Abre tu corazón para recibir lo que Dios quiere hacer contigo.
“Y un día se te dirá: ‘Has peleado y has vencido. Ya tu nombre no será más ________________. Hoy Dios ha cambiado tu nombre.’