El Fruto de la Humildad y la Obediencia

“¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?”
— Rut 2:10-12
Booz respondió: “He sabido todo lo que has hecho con tu suegra… Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.”
Tu obediencia habla por ti
Rut no buscó reconocimiento. No hizo alarde de su lealtad ni exigió recompensa. Pero su testimonio —humilde, silencioso, consistente— hablaba por ella. Y aunque ella se consideraba extranjera, fue vista con gracia, respeto y admiración. ¿Por qué? Porque su obediencia era evidente y su humildad, contagiosa.
Lo que haces para Dios no pasa desapercibido. El fruto de una vida sujeta a Su voluntad es visible, y en su tiempo dará cosecha.
“Alumbren vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
— Mateo 5:16
Un testimonio que trasciende
Lo que Rut había hecho por Noemí se había esparcido más allá de lo que ella imaginaba. La ciudad sabía de su fidelidad, de su decisión de dejar su tierra, de acompañar a una mujer sin nada, solo por amor.
Y así como ocurrió con ella, cuando tu vida está alineada al corazón de Dios, tu testimonio también hablará. No es necesario anunciarlo. Dios lo hará notorio en el momento y lugar correctos.
“Toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.”
— Rut 3:11
No todo lo que brilla es destino
En el camino de la fe, aparecerán puertas que parecerán las correctas: oportunidades atractivas, opciones fáciles, caminos accesibles. Pero no todo campo es para espigar, ni toda abundancia es bendición. Si no proviene de Dios, no será fruto que permanezca.
Rut no fue en busca de jóvenes ricos o pobres. Siguió las pisadas de Dios, no de sus propios impulsos. Y eso la llevó al cumplimiento de una historia mayor que la suya.
“No vayas tras lo que es atractivo para tus ojos… no es el fruto que necesitas.”
— Inspirado en Rut 3:10
Déjate guiar
El fruto verdadero —ese que transforma, que honra a Dios y que permanece— nace de una vida que se somete a la guía del Espíritu, no a su propio entendimiento. No vivas conforme a tu lógica. No decidas por tus emociones. Déjate guiar.
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.”
— Proverbios 3:5-6
Una oración sincera
Señor Jesus,
Hoy te pido un corazón como el de Rut. Humilde para obedecer, valiente para dejar atrás lo que ya no corresponde a tu propósito, y sensible a tu voz para caminar por donde Tú me llames.
Guía mis pasos, Señor. No me dejes escoger por apariencia, sino por convicción. Que el fruto de mi vida sea el resultado de tu dirección y no de mis impulsos.
En el nombre de Jesús,
Amén.