Cuidado Constante

“Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”
— Lamentaciones 3:22-23
No fue suerte. Fue gracia.
Cuando era niña, era muy —pero muy— inquieta.
Recuerdo las aventuras peligrosas, las decisiones imprudentes, las caídas que pudieron tener otro desenlace. Hoy, al mirar atrás, me doy cuenta de algo poderoso: sigo aquí. Viva, completa, sana.
Y no fue porque lo merecía.
No fue suerte.
Fue Dios.
Su amor me guardó incluso cuando yo no tenía idea de que Él lo hacía.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.”
— Efesios 2:8
Un amor que protege sin pedir permiso
Dios no esperó que yo lo entendiera para protegerme.
Tampoco esperó que me portara bien o que hiciera algo a cambio.
Simplemente me amó.
Y ese amor me salvó muchas veces, incluso cuando yo ni lo noté.
¿Te ha pasado a ti?
Estoy convencida de que hay muchas veces en las que también te ha guardado sin que lo supieras. Pero como todo salió “normal”, como no pasó nada grave, pensamos que es lo habitual.
¿Y si empezamos a mirar diferente?
Cuando el Espíritu Santo comienza a sanar nuestras grietas, no siempre las borra.
Pero sí las transforma.
Ya no hablan de ruina.
Ahora testifican de restauración.
La marca queda, pero cambia su propósito:
Ya no es una señal de derrota, sino de victoria.
Ya no es una excusa para retraernos, sino una herramienta para testificar.
“He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel.”
— Salmo 121:4
¿Y si empezamos a mirar diferente?
¿Qué pasaría si comenzamos a ver cada día como un milagro?
- El llegar a casa sin percances.
- El comer sin complicaciones.
- El dormir en paz.
- El tener a nuestra familia con nosotros.
- El hecho de seguir aquí.
Nada de eso es garantizado.
Cada día es una muestra del cuidado constante de Dios.
“He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel.”
— Salmo 121:4
Un corazón agradecido es un corazón feliz
Cuando comenzamos a vivir con conciencia de Su fidelidad, algo se transforma:
- Agradecemos más.
- Nos quejamos menos.
- Descansamos mejor.
Ya no sentimos que todo depende de nosotros, porque recordamos que Él está velando por cada detalle, aun los que no vemos.
🙌 Hoy te invito a:
“Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos…”
— Lamentaciones 3:22
Oración
Señor, gracias. Gracias por cada día que me has guardado. Por cada noche en la que pude dormir. Por cada momento en el que, sin saberlo, me libraste del peligro. Ayúdame a vivir con un corazón agradecido y consciente de tu cuidado constante. Que nunca olvide que no camino solo(a), porque Tú me rodeas con tu fidelidad cada mañana.
En el nombre de Jesús,
Amén.





La fidelidad de Dios es el camino, no el destino, agradezco a nuestro Dios por ti. Un abrazo pequeña gigante.