Aun en la Cárcel, Tu Destino es el Palacio

Dios No Abandona en la Oscuridad
«Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel.»
— Génesis 39:21
Aun en medio de la injusticia, Dios no se apartó de José. Mientras parecía olvidado por los hombres, el cielo seguía trabajando a su favor. La cárcel no fue un castigo, sino parte del proceso de formación.
Lo que el mundo vio como prisión, Dios lo vio como entrenamiento.
Dios Usa los Tiempos de Espera
«Pasados dos años, tuvo Faraón un sueño…»
— Génesis 41:1
A veces, parece que el cumplimiento del propósito tarda demasiado. Pero cada minuto de espera en Dios es una inversión eterna. En esos dos años, Dios estaba preparando el escenario, no solo para liberar a José, sino para exaltarlo.
Fue el copero quien, en el momento justo, recordó a José. Porque cuando llegue tu momento, nadie podrá detener lo que Dios preparó para ti.
Dios Te Llama, y el Cambio Es Inmediato
«Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel…»
— Génesis 41:14
El día que Faraón mandó a llamar a José, todo cambió de forma repentina. La cárcel quedó atrás, su aspecto fue transformado, y en cuestión de horas pasó de esclavo a consejero del rey.
¿La razón? Porque Dios estaba con él.
«Respondió José: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia…»
— Génesis 41:16
Aun frente al rey más poderoso de la tierra, José no se atribuyó la gloria. Sabía que todo venía de Dios.
Cuando Dios Abre la Puerta, Nadie Puede Cerrar
«He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto…»
— Génesis 41:41
El mismo hombre que fue arrojado a un pozo por sus hermanos, acusado injustamente y encarcelado, fue el que terminó gobernando sobre una nación. No porque él lo buscara, sino porque Dios lo eligió.
«¡Doblad la rodilla!»
— Génesis 41:43
¿Puedes imaginarlo? Aquel que fue rechazado, ahora era honrado. Su proceso fue largo, pero su recompensa fue mayor.
La Prisión No Define Tu Propósito
Hoy, tal vez te sientas como en una cárcel: limitado(a), incomprendido(a), esperando una salida. Pero recuerda: si Dios está contigo, ni la cárcel puede frenar lo que Él ha dicho.
Tu destino no es ese lugar oscuro. Tu destino es el cumplimiento del sueño. Tu destino es el palacio.
Y cuando llegue ese día, cuando parezca que todo cambió de un momento a otro, entenderás que cada lágrima, cada espera y cada proceso fueron parte de un plan eterno. El mismo Dios que estuvo contigo en la cisterna, en la casa de Potifar y en la cárcel, será quien te vista con lino fino y te coloque en el lugar donde Su propósito brillará sobre tu vida.
Porque Dios no solo te libra… también te posiciona. Y lo que soñó contigo desde antes de formarte, lo cumplirá.
Grandes palabras estás: cada espera y cada proceso fueron parte de un plan eterno. Dios siempre en control de nuestra vida, amen.