Doblarse sin quebrarse: El fruto del proceso

“En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”
— Juan 15:8
Un árbol doblado, pero lleno de fruto
Un día, sentada en el patio de mi oficina, observé un árbol de bananas (en mi país les decimos guineos). Llevaba un racimo tan grande, que su tronco se había inclinado por completo. El jardinero tuvo que colocarle un soporte para que no cayera.
Para quienes disfrutarían del fruto, la imagen era hermosa. Pero para el árbol, ese peso representaba un sacrificio silencioso. Aun así, tras un tiempo, el mismo árbol volvió a dar fruto… y nuevamente, se inclinó por el peso.
Me quedé pensando:
Qué impresionante que, a pesar del esfuerzo y del desgaste, el árbol no se resistió. No dejó de dar. Cumplió su propósito.
Cuando dar fruto cuesta
A diferencia del árbol, muchas veces nosotros condicionamos lo que damos al tipo de recepción que obtenemos.
Si sentimos que el proceso duele, si nos parece injusto, si creemos que damos más de lo que recibimos, empezamos a cerrarnos, a dar menos, a resistirnos.
Nos cuesta entender que el llamado de Dios no siempre será cómodo, pero siempre será glorioso.
“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.”
— Gálatas 6:9
¿Estás frenando tu propósito por miedo?
El árbol no se enfocó en el dolor ni en la incomodidad del peso.
Simplemente hizo lo que fue diseñado para hacer: dar fruto.
Y aun doblado, cumplió su asignación.
Yo me pregunté:
¿He dejado de hacer lo que Dios espera de mí por temor al proceso que conlleva hacerlo?
Quizás tú también lo has sentido: esa carga emocional, espiritual o ministerial que parece más de lo que puedes llevar. Pero, aun así, Dios te llama a seguir dando fruto, a pesar del peso.
El soporte invisible: el Espíritu Santo
Sí, habrá días en que parecerás doblarte.
Pero recuerda: doblarte no es quebrarte.
Así como el jardinero colocó un soporte al árbol para que no se desplomara, el Espíritu Santo está contigo en los momentos de mayor carga.
Te sostiene cuando ya no puedes, te fortalece en la debilidad, te recuerda que no estás solo(a).
“El Espíritu mismo nos ayuda en nuestra debilidad.”
— Romanos 8:26
No dejes que el peso apague tu propósito
No pongas en pausa tu llamado por miedo al costo.
No te cierres al fruto por temor al proceso.
Lo que portas es valioso. Tu obediencia, incluso cuando te cuesta, es semilla de testimonio para muchos.
Y ese peso que sientes…
No es señal de fracaso,
es evidencia de la grandeza de lo que estás cargando.
“Porque lo que Dios hará en ti y por medio de ti es mayor que cualquier dificultad que enfrentes.”
Una oración sincera
Señor, aunque a veces me siento cansado(a) o sobrecargado(a), quiero seguir dando fruto para ti. Aun cuando me incline por el peso, ayúdame a no rendirme. Sosténme con tu Espíritu, fortaléceme cuando dude, y ayúdame a cumplir mi propósito… aunque duela, aunque me cueste.
En el nombre de Jesús,
Amén.