Palabras Transformadoras

“La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.”
— Proverbios 18:21
Las palabras que edifican
La Palabra de Dios nos recuerda con claridad el impacto que tienen nuestras palabras. Cada vez que hablamos, tenemos el poder de construir o destruir, de levantar o derribar. Por eso, la pregunta clave es: ¿para qué estás usando tus palabras?
Muchos usamos nuestras palabras para construir, pero… ¿qué estamos edificando exactamente? ¿Muros que dividen o puentes que acercan? Si levantamos muros, estamos creando distancia, cerrando acceso y rompiendo relaciones. Pero si construimos puentes, abrimos caminos hacia la reconciliación, la sanidad y el amor.
Dejar que Dios moldee nuestra boca
He tomado una decisión personal: dejar que Dios trabaje en mí, para que mis palabras —además de mis acciones— sean instrumento de bendición. Deseo que al hablar, mis palabras lleven vida, restauración, esperanza y dirección hacia Dios.
No ha sido un camino fácil, y probablemente tampoco lo sea para ti. Pero es posible. Si permitimos que el Espíritu Santo transforme nuestro corazón, también podrá transformar nuestra boca.
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.”
— Efesios 4:29
Hablar conforme al Reino
Lo que sale de nuestra boca tiene consecuencias eternas. Como hijos de Dios, nuestras palabras deben reflejar Su corazón. Cada conversación es una oportunidad para sembrar verdad, amor y gracia. Incluso cuando las circunstancias son adversas, estamos llamados a responder conforme al carácter de Cristo, no a la provocación del enemigo.
No se trata de ignorar el dolor o la injusticia, sino de elegir la mansedumbre sobre la ira, la bendición sobre la maldición
“La lengua apacible es árbol de vida; más la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.”
— Proverbios 15:4
Una oración sincera
Señor Jesus,
Tú conoces mi corazón y también lo que hay en mis pensamientos antes de que una palabra salga de mi boca. Por eso hoy vengo delante de Ti, pidiéndote que tomes control de mis palabras, que me enseñes a hablar con sabiduría, con gracia y con compasión. Que todo lo que diga construya, sane y bendiga a quienes me escuchan.
Pon en mis labios palabras que animen, restauren y acerquen a otros a Ti. Hazme un instrumento de paz, un reflejo de Tu verdad, y un testimonio vivo de lo que significa hablar como un hijo tuyo.
En el nombre de Jesús, Amén.