Un Sueño que Marca un Propósito

Un Sueño Incomprendido, Pero Divino
«Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía.»
— Génesis 37:5
La túnica fue solo una parte visible del favor de Dios sobre José, pero el sueño que Dios le dio marcó su llamado. Aunque aún no entendía lo que significaba, Dios ya había comenzado a revelarle su futuro. Ese sueño era el anuncio de lo que vendría… y también el inicio de un camino de oposición.
«Y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío.»
— Génesis 37:7
Los sueños de José causaron molestia, no porque él fuera arrogante, sino porque los demás no podían ver con claridad el propósito detrás de ellos. Ni siquiera su padre lo comprendió en ese momento.
«¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?»
— Génesis 37:10
Soñar También Puede Doler
Tal vez a ti también te ha pasado. Has compartido lo que Dios puso en tu corazón y, en lugar de apoyo, encontraste burla, crítica o rechazo. A veces, incluso quienes más nos aman no entienden el sueño que Dios nos ha dado. Pero eso no anula el llamado ni cancela el propósito.
La Biblia no muestra a un José orgulloso, sino a un joven que, quizás con inocencia, buscaba comprender lo que Dios le estaba mostrando. Pero esos sueños fueron suficientes para iniciar el proceso que lo llevaría por un camino lleno de pruebas… y de propósito.
Dios Usa Cada Paso del Camino
Cada etapa de su vida —el pozo, la esclavitud, la prisión— fue un paso hacia el cumplimiento del sueño. Lo que parecía un intento del enemigo para hundirlo, Dios lo transformó en un puente hacia su destino.
«Sus hermanos le tenían envidia, más su padre meditaba en esto.»
— Génesis 37:11
Tal vez hoy no entiendes lo que estás viviendo. Pero si Dios puso un sueño en tu corazón, confía en que Él usará todo —aun lo que parece injusto o doloroso— para llevarte a Su propósito. Porque lo que viene de Dios no muere.
Los Sueños de Dios no Mueren
Los sueños de Dios vienen con oposición, pero también con respaldo celestial. José fue incomprendido, pero nunca olvidado por Dios. Fue atacado, pero nunca abandonado. Y aunque le quitaron todo lo visible, el propósito seguía vivo en su interior.
Así también es contigo.
Lo que Dios ha sembrado en tu vida no morirá. Aunque las circunstancias lo intenten enterrar, el cielo ya tiene escrito su cumplimiento.
¿Puede el dolor apagar un llamado? ¿Puede el abandono frenar lo que Dios ha dicho? Acompáñanos en el próximo blog, donde la historia de José nos mostrará que ni el pozo, ni la traición, ni la aparente muerte de un sueño pueden impedir que el propósito eterno de Dios se cumpla.
¡No te lo pierdas!